Tarantino en la cocina
Tarantino en la esquina
Quería escribir un pequeño texto sobre una de las últimas novedades que nos ha aportado el universo dentro de nuestro universo que supone Fortnite. La noticia es la siguiente: Tarantino repesca una trama eliminada de su guion original de Kill Bill para hacer un corto de animación digital, desarrollado en el motor de Unreal Engine 5, incorporado y coherente dentro del juego “Fortnite”. El corto, llamado La venganza de Yuki trata de la persecución de esta tal Yuki, la hermana de la loquita aquella que llevaba una pedazo de bola y que estaba al mando de los 88 maníacos en la primera parte de la duología y, la verdad, es bastante ridículo.
En lo que yo pensaba era en profundizar un poco en Fortnite, un juego de disparos en el que puedes, previo pago, jugar como Sabrina Carpenter o como Homero Simpson, como muestra clara de nuestro estado cultural de aglutinación de propiedades intelectuales, el gusto por lo referencial en su aspecto más vacío e infantil1. En este sentido la película más premonitoria de nuestro tiempo sea aquella Ready Player One, dirigida por nada más y nada menos que Steven Spielberg. En RPO un “metaverso” de realidad virtual basado en la mercantilización de la nostalgia nerda ochentera acaba comiendo las vidas de gente francamente pobre y en la mierda. La moraleja final de la película parecía clara: cuando ganan los buenos se decreta un tiempo máximo de internet y, durante el resto, hablen entre ustedes como si fuese 1998. Sin embargo, ni Spielberg ni Ready Player One ni muchísimo menos Warner Brothers eran capaces de escapar de las dulces mieles de la propiedad intelectual y meter por ahí sin ningún reparo a Freddy Krueger, el hotel Overlook de El resplandor o, en un ejemplo particularmente malvado, como se dice hoy en día, al gigante de hierro de la película El gigante de hierro, formando todo un flexeo de la próspera empresa que es Warner Brothers, sus imponentes activos de negocio y la fabulosa idea que es comprar sus acciones.

Bueno, todo esto me da como grima y supongo que podría extenderme más pero al final quería hablar más bien de lo insoportable que es tomarse en serio a Tarantino2 en el año 2025. Como todo cinéfilo y en concreto como todo cinéfilo socializado como hombre, he tenido tres o cuatro idas y venidas con el famoso cineasta. Recuerdo ver Reservoir Dogs y Pulp Fiction y alucinar como nunca, escribir mil plagios, soñar con hacer ese cine. Recuerdo entrar en internet y descubrir, poco a poco, el concepto del filmbro lachoso, desmontar el top de imdb, volver a ver en la universidad Reservoir Dogs y pensar que es un desastre (no la he vuelto a ver), pero también recuerdo cierto orgullo contrarian, un poco ridículo, en alucinar con Death Proof, encontrar profundas reflexiones sobre la violencia racial en Los odiosos ocho, emocionarme con Jackie Brown y confirmar en repetidas ocasiones que Malditos bastardos, en mi opinión, es auténtico cine.
De todas las tonterías que ha dicho Tarantino, que son unas cuantas, parece especialmente sangrante su obsesión con hacer diez películas y punch. El argumento es que no quiere una carrera que se vaya apagando poco a poco, que agonice: diez películas y adiós. A mí esto me parece una locura por varios motivos: en primer lugar ya he defendido por aquí en alguna ocasión que valoro hasta cierto punto la cantidad por encima de la calidad. Hitchcock, por poner un ejemplo, hizo ni más ni menos que once películas solo en la década de los 50 y no me cabe ninguna duda que supuestas menorías del tipo de Pero… ¿quién mató a Harry? o Crimen perfecto no empequeñecen Vértigo ni Extraños en un tren sino todo lo contrario.
En segundo lugar, su voto de cese cinematográfico responde a un entendimiento del buen arte como manifestación del vigor juvenil que creo que es bastante equivocado y un poco ridículo cuando ya tienes 62 años, más una manifestación de la inseguridad del avejentamiento y la impotencia que algo real sobre la capacidad del ser humano. Tarantino, enfant terrible desde antes de que yo naciera parece obsesionado con no permitirse dar el paso a ser, simplemente un artista, un director y escritor de cine con la capacidad de conmover a masas e intelectuales.
Darse demasiada importancia, paradójicamente, le aleja de hacer aquello por lo que es importante en un principio. No creo que haya que dar excesiva importancia a su reciente lista de mejores películas del siglo XXI, que no sé si es medio improvisada, pero llama la atención el foco en el cine comercial estadounidense, sin rastro de ninguna película verdaderamente rara, nada que pueda ser un auténtico descubrimiento, la lista, hay que decirlo, de un viejo de espíritu rendido con el mundo moderno que por más que se meta al fornite está verdaderamente cooked.
Gracias por leer una semana más las diatribas de este viejo loco, la semana que viene quizás me anime a hablar un poco de The Last Waltz que la vi anoche y me hizo #reflexionar. Os recuerdo que soy pobre y me conviene que me dejéis un euro en el kofi a cambio de NADA o que vengáis al concierto en murcia de finales de diciembre en el ítaca a cambio de ver un concierto hasta otraaaaaaa
Véase un reciente vídeo promocional en el que se mezclan de forma supuestamente épica Los Simpsons, Mortal Kombat, Transformers, Los vengadores, etcétera.
Esto me parece medio evidente pero por supuesto cada vez que hago un post “criticando” o poniendo en cuestión algunos asuntos “culturales” significa que admiro y me tomo muy en serio a esa peña, en general considerar falible a un artista es prácticamente un requisito fundamental para mí








Me hace mucha gracia al hilo de esto recordar creo que a Brian De Palma en el documental De Palma diciendo que cuando un director se hacía viejo le salían peores películas pero sin intención de parar, simplemente como algo que pasa. Imagínate que Eastwood hubiese cerrado el grifo con 15:17 a París y no hubiésemos tenido Jurado #7 (o tirando de tu hilo, Spielberg con RPO dejándonos huérfanos de WSS o Fabelmans). Yo creo que como dices, Tarantino simplemente ha emprendido un camino que le lleva estar irremediablemente cocinado.