En el fanzine que hice para los teloneos de los Planetas que ocuparon mi semana pasada metí un chiste sobre una hipotética Agenda 2054 que incluiría un objetivo de desarrollo sostenible basado en que los teloneros deberán cobrar más que el artista principal. Una mujer leyó ese chiste y me preguntó: “¿Es que piensas ser telonero siempre?”. Yo no lo había pensado así pero supongo que, en parte… ¿sí?
Cuando me animé a hacer música yo tenía una serie de héroes (Primogénito López, Tirana, Caliza, Los Lagos de Hinault, Pablo Prisma, por ejemplo) que eran músicos no profesionales, aún más subterráneos que los que tocaban en el escenario pequeño del SOS 4.8, la música que a mí más me gustaba antes de entrar en este canon tuitero del underground. No es que yo sea un santo con voto de pobreza, pero como esta música fue la primera que me habló de un modo que me hizo tener ganas de arrancarme a cantar, jamás pensé en algo más lejano a lo que imagino que querían hacer estas personas: sacar sus canciones, tocar de vez en cuando, ser admirados por algunos frikis de internet.

Es un poco raro, pero cuando esta mujer me preguntó si es que pensaba ser siempre telonero fue la primera vez que pensé que jamás haría tres soldouts seguidos en razzmatazz, como habían hecho Los Planetas, pero más que por defecto mío porque se me hace inexplicable que haya grupos con tantísimo éxito. Todas mis ideas son proyectos precarios.
Como mi formato siempre ha sido pequeño, salgo a cantar solo y no tengo batería, siempre ha sido más o menos lo “natural” que empiece yo los shows cuando hay varios grupos, por aquello de que el sonido vaya creciendo a lo largo de la noche. Además, como se puede apreciar por aquí semana a semana, soy de natural humilde y nervioso y prefiero quitarme mi actuación cuanto antes y disfrutar tranquilamente de la música en directo de mis amigos indis. Sin embargo, hay algo muy distinto entre salir antes que otro grupo y Telonear, que es a lo que me dediqué estos días.
Telonear implica, sobre todo, que nadie quiere escucharte y que estás ahí para que los de las barras puedan ganar más dinero y para que la gente con ansia de estar en primera fila se entretenga de alguna manera hasta que salga la gente. Puede ser una agradable sorpresa o un moderado fastidio pero no debería ser nunca para tanto. Yo espero no haberlo sido.
Hay algo zen en todo esto, un koan budista, si tocas en una sala con dos mil personas pero nadie presta atención, ¿acaso has tocado?, una liberación espiritual que me permitió afrontar esas tres noches con algo más de entereza de la que estoy acostumbrado. Los Planetas, me sorprendió, estaban mucho más nerviosos. La presión, por supuesto, estaba sobre ellos. Triunfar trae sus cosas malas, por eso decimos lo de caer parriba.
Relativizo esta cosa tan fuerte como relativizo algunas otras cosas fuertes que me han pasado porque a) nada es tan importante b) es la forma que tengo de llevar una vida normal o c) falsa humildad, como sin duda dirán aquellos haters que se atrevan a salir de la cueva1. No quiero ser desagradecido ni hacer como si no fuese una oportunidad o un dinero embolsado que me anima a seguir en este valle de lágrimas conocido como inidipop, pero para mí es importante recordar una y otra vez qué es lo importante de la música para mí, dormiendo donde me acogen mis amigos, volviendo en un blablacar de seis horas la mañana del sábado iba recordando como un mantra: astrud guided by voices hannah diamond dear nora the radio dept lidia damunt también los planetas claro.
Hay muchas cosas más que contar, los conciertos increíbles que dieron, el universo noventero en el que estoy imbuido alimentado por la lectura del libro Vida de un pollo blanquecino, sobre el que habrá que hablar muchísimo (ya me lo estoy pensando), el aniversario de La Navaja! El concierto de Cabiria! Bueno, bueno, continuará…..
broma
marcelo qué bonito 🥲 ahora tú eres uno de esos héroes que animan a hacer música........
Yo he oído hablar a Jota de Los Planetas sobre ti en dos ocasiones en la radio, y las dos con verdadera admiración por tu trabajo.