Los desmanes, provocaciones y simples burradas de los magnates tecnológicos, tan cómodos con sus feudos tecnológicos sustentados por el decadente imperio capital-estadounidense, nos obligan a preguntarnos unas cosas: si ni twitter, ni instagram, ni spotify son lugares seguros, ¿qué hacemos? ¿nos vamos de esos sitios? ¿nos vamos de INTERNET? pero entonces… ¿cómo voy a promocionar mis cosas?
Estar crónicamente online, me temo, nos está generando unos problemas que no veas a la gente con algún tipo de conciencia, la cosa está medio complicada y, os confieso, llevo como dos o tres borradores de este post y me está costando lo que no está escrito (jeje) encontrar un tono adecuado, que indique mis dudas y contradicciones de forma honesta, que no suene juzgón ni nostálgico ni sea solo legible para el nicho de “creadores” de “contenido” que operan en “internet”.
La realidad es que la cuestión, para mí, no es solo profesional sino personal. Es un poco ridículo lo traumático que puede resultar que twitter, el espacio más importante de mi vida desde la adolescencia hasta hace bien poco, sea ahora inhabitable. Llevo visitando internet desde hace tanto tiempo que no sabría ni por dónde empezar pero es en twitter donde he descubierto gran parte de la música, las películas, los libros, que han formado mi visión del mundo, donde he conocido a grandísimos amigos y amigas (también me he permitido imaginar a algunas personas como “enemigos” o incluso “archienemigos”) y, también, el sitio donde he encontrado un público para mi música, algo que literalmente ha cambiado mi vida de una forma absoluta. Es un poco cursi quizás pero me parece inimaginable qué estaría haciendo ahora a los 27 pa 28 si no hubiese existido el twitter.
El cambio a bluesky, por otro lado, ha sido sencillo y sorprendente. Como decía, me imaginaba enganchado a la actual red social X hasta que muriese, incluso recuerdo hablar hace unos años, cuando Musk compró la plataforma, con unos amigos que nos parecía imposible que chapase, que en caso de quiebra extrema lo normal sería que el gobierno americano tomase cartas en el asunto porque era demasiado importante. Como se suele decir, es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del Internet 3.0. Pero en bluesky se está bien, se refresca uno, no piensa mal automáticamente del que tiene enfrente, incluso gente de la que estabas cansado o que te caía mal parece más agradable. Yo no he cerrado mi vieja cuenta, como han hecho otros más valientes o estoicos que yo, no me veo preparado ni personal ni económicamente así que tampoco voy a dar lecciones de nada, si estás a gusto, si te entretiene o te enriquece, por supuesto, brega ahí, solo te pido que no me lo justifiques con estar combatiendo el fascismo.
El otro día comenté con un conocido cuya identidad mantendré en el anonimato por si acaso algo de bluesky y me contó que él estaba en Mastodon y me dijo “dentro de unos años los que os habéis ido a bluesky os iréis a Mastodon” y le tuve que dar la razón. Una de las grandes lecciones de la última década seguramente sería que no debemos acomodarnos demasiado en ninguna plataforma privada, no establecer relaciones sociales con marcas cuya posible identidad amable o inclusiva solo es una máscara más de las que se utilizan para captarnos, hay que viajar ligero de equipaje en Internet o, como decía el personaje de Heat, no acumular nada que no podamos cargar rápidamente ante el colapso de una web. Esta newsletter mismo, por ejemplo, nació en TinyLetter, que en poco tiempo cerró y tuve que mudarla a Substack. Sospecho que no será la última iteración que tengamos.
A nivel más musical, por otro lado, me temo que la desconfianza en las redes deja un vacío un poco complicado de gestionar, porque cualquier caso de promoción se ha relegado a los músicos y a sus redes. No es solo que la programación de las salas o festivales está muy ligada a las métricas de cada grupo (sus oyentes en spotify, sus reproducciones, sus seguidores, etc), es que la comunicación fuera de ellas aparece mínima. Jonston se preguntaba el otro día que si se iba de las redes no veía manera de enterarse de los conciertos interesantes.
Ante esto, creo que toca mirar un poco atrás y tratar de reconstruir lo que otros hicieron antes de las redes. ¿Cómo llegaban a la gente los artistas underground o indenpendientes? Mi solución, al menos hasta que consigamos que sellos y promotoras se hagan responsables de la promoción, es la organización a pequeña escala, en persona u online alrededor de la comunicación acerca de la música que nos gusta. La nostalgia de blogs, foros o incluso fanzines puede ser mera nostalgia pero también la búsqueda de recuperar espacios de nicho que nos enriquezcan al tiempo que consigan ser tan pequeños que eludan las dinámicas del macrocapitalismo.

Por otro lado, mi actitud ahora mismo, y hasta que me dure, es alejar mi uso de Internet y las redes del comentario de actualidad, que para mí se ha demostrado con frecuencia como recarga barata y cutre de dopamina que no ha ayudado mucho a mejorar el mundo, y tratar de adoptar una ingenua y humilde careta de recomendador cultural, ¿habéis escuchado lo de Azuleja? ¿Lo de Valró?
Eyy gracias por leer hasta el final, muchas gracias a todxs por estar aquí otra semana más aunque esta me haya costado y sigo sin estar demasiado contento con el resultado pero como sabéis para mí es mucho más importante la cantidad que la calidad. Especial agradecimiento a las personas que han decidido pagarme un dinerito en el ko-fi siempre seréis mis suscriptores favoritos. Hasta la semana que viene!





Es increíble lo rápido que han degenerado las redes sociales. Para mí, han perdido todo su interés. Antes intentaba encontrar maneras de pasar menos tiempo usándolas y ahora, en cambio, si abro una, enseguida la cierro, aburrido y a veces hasta asqueado. Si no tuviera un grupo de música, ya las habría abandonado completamente. Aunque sospecho que la gente que nos sigue en ellas ya apenas recibe nuestras publicaciones y están viendo videos cómicos de 20 segundos, que en realidad no quieren ver. También comparto la frustración de tu amigo con bluesky. No comprendo porque la gente no se va a Mastodon, que es libre y parte del fediverso. De momento, Substack es, para mí, un refugio, y siempre espero con ilusión tus entradas y los de la gente a la que estoy suscrito.
Hola! nosotros hablamos de pelis y de libros y de música, como en el internet de antaño