Una vez más, me subo al coche esperando ir a una ciudad lejana a entretener al personal, esta vez en Córdoba y esta vez llevando a una pareja romántica que espera pasar el finde en Granada. Ella duerme casi todo el viaje, con él mantengo una distendida conversación sobre todo un poco. No les interesa nada acerca de mi proyecto musical (una vez más, he reunido el valor para confesarlo) y lo agradezco.
Me doy cuenta que no puedo evitar quedar de cuñao listillo. Ella es de Zaragoza así que cuento “ah sí estuve el otro día en Zaragoza”, como van a Granada pues les hablo en plan “ah sí preciosa Granada, yo he ido mucho, mucho ambiente”. A cada localización que comentan tengo un pequeño comentario o microanécdota porque, la verdad, viajo bastante aunque me duela y me avergüence. Acabo contándoles la de turistas que hay en ciudades como Granada y que en verdad es una putada etc etc lo que ya nos sabemos, él se encoge de hombros y me dice bueno es que nosotros vamos de turismo.
Llego a Córdoba y me dirijo a aparcar cerca de la sala. Mientras estoy maniobrando, me bloqueo un par de segundos y el coche de atrás me pita, despierto y termino de aparcar. Al salir del coche e ir a pagar al parkímetro coincido con la mujer que me había pitado, que procede a disculparse por haberme pitado, le digo que no pasa nada, que lo entiendo y que ha sido buen uso del claxon. Ojalá más gente me pidiese perdón por la calle.
Llego antes de tiempo así que me paseo un poco. Es bonita Córdoba. Me acerco a la mezquita y me doy la vuelta, se me acaba el tiempo ya.

Me he echado el ebook encima y empiezo el libro Master of Reality, de John Darnielle, el cantante y compositor de los Mountain Goats. El libro forma parte la colección 33 1/3 esta serie de pequeños monográficos sobre discos clásicos. Normalmente son ensayos críticos o históricos pero aquí toma un tono ficcional al simularse como el diario que escribe un adolescente jebi internado en un hospital mental durante los años 80. Es un libro fabuloso y muy inteligente pero también muy triste, me cuesta horrores terminarlo.
Hago la prueba y va todo muy bien. El técnico me dice que me ha estado escuchando y le gusta lo que hago, lo que siempre me da paz y respiro porque los técnicos suelen despreciarme. Enseguida aparece Álvaro Guerrero a hacer su prueba y alucino con lo bien que toca y que canta. Al parecer hace sus cosas de músico de sesión. Yo pensaba que eso era una cosa de las películas pero bueno, me hace sentir mejor conmigo mismo, no es que yo sea un matao es que él es realmente bueno.
Cantan Cándido el Cruel, es decir, Cándido, el cantante de Viva Belgrado (que montan este concierto) en formato acústico y el mencionado Álvaro. Los dos dan conciertos íntimos, bellos, la gente guarda un silencio sepulcral, emociona.
El mío va bastante bien y eso que tenía miedo porque es la primera vez que me llevo la SP-404 en vez del ordenador para tirar las bases. Anuncio de Servicio Público: la funda oficial de Roland seguro que está genial pero por 15 euros te puedes comprar una funda de herramientas como esta que va perfecta también.
Ceno una hamburguesita y me voy con Cándido a su casa, que me deja una cama. Él es majísimo (de hecho, todo el mundo es extraordinariamente encantador en Córdoba, recordándolo hoy se me hace hasta raro). Hablamos durante el camino de varias cosas, le pregunto por las largas giras de los Viva Belgrado y me comenta que viajar por Europa le ha aportado muchas cosas pero, de cara a “promocionarse”, no tiene tan claro que haya supuesto demasiado. Últimamente estoy pensando en esos términos, siento que papá Dios ha puesto un número limitado de gente a la que le puede gustar tu música y en ese sentido da casi igual cantar en La Revuelta que para seis personas en el pueblo más random. El que no se consuela es porque no quiere.
Larga, larguísima, vuelta a casa al día siguiente. Me equivoco poniendo la fecha del blablacar así que voy solo y se me hace horrible. Paro a comer en un sitio terrorífico de cazadores con una foto de Franco junto a una foto de los dueños con Rosa de España. El bocadillo de chorizo está malísimo, por cierto. Horroroso atasco a la altura del pueblo Librilla. Andrea se asusta cuando me ve bajarme del coche, llevo la mirada mórbida del zombi.
En medio de todo esto se estrena la serie Día cero en Netflix, que me habían encargado reseñarla en Rockdelux y trato de sacar algún ratico para verla. La crítica está ya disponible, ya saben que estoy a la disposición de cualquiera que pague (incluyendo a vuestra disposición a través del popular e hiperexitoso ko-fi, muchas gracias)
Al día siguiente marcho hacia Reus. Esta vez voy con mi madre, que al oírme quejarme de la cantidad de horas que iba a echar de coche (que además, es el suyo, no soy propietario de vehículo) se ofreció raudamente a acompañarme. Nos turnaremos, pensé, será algo más entretenido y tendrá una gracia contarlo en substack.
Algunos temas tratados: el ozempic, la posible edad de Jack Nicholson (no la miramos), refritos de anécdotas de los beatles que he estado leyendo en el famoso libro 1, 2, 3, 4 Los Beatles marcando el tiempo (le traduzco unas cuantas canciones a mi madre), lo de muface.
Conforme subes por la vertiente mediterránea las estaciones de servicio son peores qué fue del noble bocadillo español, es esta la unión europea fuerte que quieren darnos.
Hotel, prueba de sonido, me reencuentro con mi madre, jugamos al futbolín y me pega una paliza (compruebo que mi giro de muñeco no tiene ninguna fuerza). Hago mi concierto. No viene mucha gente pero hay unos cuantos apasionados. Una pareja de ancianos, quizás la gente de mayor edad que ha venido a un concierto mío quitando a mi abuela que vino una vez, se han acercado desde, me cuentan, 20 kilómetros de distancia. Me echo a llorar.
Como ha venido muy poquita gente y yo he traído muchos fanzines decido regalarlos. Algunos, aún así, me pagan. Qué fácil es quedar bien jejej.
Ceno con unos cuantos de la Asociación Cultural Anima’t, que son los que han organizado el concierto y que, además, celebran su treinta aniversario. Una de las cosas que más me gusta de cantar por ahí es conocer a toda esta gente que se esfuerza por hacer de sus ciudades un lugar más interesante. Quien no se haya puesto a ello quizás no sepa la cantidad de dificultades que hay por el camino y la resistencia que hay que tener para perseverar, es peña, tanto estos como los de Córdoba como tantos otros, que admiro profundamente. Ojalá aguanten y aguantemos mucho tiempo más pero está la cosa jodida en general en este tema, os aviso.
Paseamos a la mañana siguiente por el centro de Reus, preciosa ciudad donde se aprecia un pasado con billetes para enterrarnos. Hay una divertida carrera de carnaval así que el paseo está amenizado por personajillos disfrazados de tortugas ninjas y similares trotando a nuestro lado. Se acabó, demasiadas tropelías para esta semana. Nos volvemos.
Pues hasta aquí, con cierto retraso, esta segunda parte de mis aventuras por las Españas, en dos findes estaré por Asturias (el 14) en un concierto muy especial con mis amigos de Autoescuela y en Ourense (el 15) en un íntimo show en uno de los mejores sitios del mundo, el Torgal. Si os pilla medio bien os animo a acercaros por ahí. Muchas gracias por leer y hasta la próxima un besooo.
marcelo eres de altas capacidades