La adaptación de Pasolini del Decamerón de Bocaccio incluye un montón de historietas sobre gente follando mientras un pintor, interpretado por el propio Pasolini, trabaja en un mural de una iglesia. Al final de la película, Pasolini mira a cámara y dice algo así como “¿para qué realizar una obra cuando es tanto más bello soñarla?”.
Esta idea se me ha quedado clavada desde que la vi hace muchos años en la filmoteca de Murcia. Para mí, es verdad, es con frecuencia mucho más interesante, satisfactorio, bello e inspirador imaginarte una obra de arte que hacerla o verla, leerla, etcétera. Durante mi adolescencia leía la wikipedia sobre, por ejemplo, grupos o estilos de música y me parecía tan apasionante que muchas veces se me olvidaba escuchar nada de eso sobre lo que leía. Aún hoy, recuerdo muy pocas películas que estén a la altura del placer que me da descubrir algo completamente nuevo en letterboxd, buscar más información en internet y conseguir la forma de descargarlo. De hecho, por eso, casi nunca las veo después de descargarlas. El habitual problema que comenta la gente acerca de la sobreproducción cultural y las plataformas de streaming no me parece un problema en absoluto y seguramente te lo pases mejor hora y media buscando la cosa que te apetece ver que viendo cualquier mierdón de los que se publican.
Así que, por supuesto, puestos al fútil pero apasionante acto de hacer listas del año, creo que es imperativo hablar de las cosas que nos han despertado grandes pasiones pero de las que no podemos terminar de hablar en condiciones. Aquí van algunas de las mías:
UFO 50: Para mí, el gran proyecto a este nivel imaginativo del que estamos hablando. Este juego simula ser una recopilación de 50 juegos que hizo un estudio ficticio durante los 80 y 90. Lo importante aquí es tener en cuenta que son 50 juegos de verdad, enteros, no una tontería que te pasas en quince minutos sino que podrían pasar por genuinos juegos del pasado, con su tosquedad, sus complicaciones y su misterio. 50 juegos son muchos juegos, yo ni siquiera estoy seguro de haber jugado a 50 juegos distintos en mi vida, por eso apabulla tanto esta seudorrecopilación. Me empecé el primero cronológicamente, Barbuta, que es un juego laberíntico de plataformas y acción ambientado en una especie de castillo medieval con diversos demonios a tu alrededor. No se entiende nada y es dificilísimo, pero uno siente que tiene una incógnita dentro que resolver y es apasionante entrar, buscar, morir, dibujarte un mapa. Ahora imagino que esa incógnita está más que resuelta pero en aquel momento en Internet solo había gente dándose cabezazos contra la pared tratando de entender algo. Muchos de los jugadores, imagino, pasaron rápidamente al siguiente juego en el orden cronológico y no se calentaron más la cabeza. Apenas rasqué nada de lo que hay que rascar en Barbuta pero he pensado mucho en él y en la capacidad de los videojuegos de crear misterio. Mientras juego ahora al Animal Well, que salió también este año pasado, parece imposible que no estuviese inspirado en Barbuta, que no vivamos en el mundo paralelo de UFO50.
La Chimera: No hay mucha oferta de versión original en Murcia, para empezar porque en la ciudad solo hay un cine de dos salas, el Centrofama, que dedica los lunes y los jueves a poner alguna película en vos. Esto hace que, con frecuencia, tengas una única oportunidad de ver una peli como dios manda y, si fracasas, te quedes atrás, en ese limbo hasta que exista la posibilidad de descargarla en buena calidad o se reavive algo la conversación con un estreno en la plataforma filmin. Vi precisamente en el Centrofama la anterior película de Alice Rohrwacher, Lazaro feliz, sin saber casi nada de ella y me gustó un montón. He podido ver La pupille, ese encantador mediometraje navideño, gracias a la recomendación internetera. No he podido ver La Chimera pese a que sospecho que me gustará más que las otras dos pelis, perdí mi oportunidad de verla en un cine y confieso que le he cogido cierto gusto a no tener ni puta idea de qué va cuando me sale un fotograma en internet con la cara de aweoano del Josh O’Connor y el grano al 11.
Night Palace: Seamos serios, ¿qué te impide escuchar un disco? Incluso un disco de una hora y veinte como este, aunque sea con menos atención de la que merece, a cachos, mientras haces la compra o lo que sea. Un misterio insondable, sin duda, aquel por el cual muchos aficionados a la música simplemente no dedicamos más rato a escuchar esas notas golpes ritmicos etc. (En mi caso, para cualquier tarea prefiero un podcast porque tengo muchos pensamientos obsesivos y las voces ajenas tapan mejor las voces en mi cabeza. Además, me da miedo con frecuencia escuchar un disco nuevo por si acaso no me gusta porque eso puede llegar a ponerme triste). He escuchado todo, creo de lo que ha hecho Mount Eerie, lo de Tintin in Tibet en concreto he debido oírlo ciento cincuenta mil veces, pero no he encontrado el paseo ni la atención que imagino que merece este disco en concreto.
Theodoros: Viví con mucha emoción el anuncio de la nueva novela de Mircea Cărtărescu (Marcelo Criminal para los que no sepan rumano), porque, con sus cosillas, Solenoide fue igual mi libro de 2023 y sin duda la razón principal por la que yo tratase de dedicar este año recién terminado a Pynchon. Aquí no hay mucho que decir, leed lo que nos cuenta la insigne editorial Impedimenta: “Tudor es el hijo de dos sirvientes de la corte de un gran boyardo de la atrasada Valaquia. Desde su nacimiento, la ambición parece guiar cada uno de sus pasos, y en su arduo ascenso al poder no dudará en dejar su camino sembrado de cadáveres. En su historia se cruzan el rey Salomón, la reina de Saba, el bisabuelo de John Lennon, el general Napier y la reina Victoria. Tudor será Theodoros: bandido y pirata, pecador devoto, el terror de los mares de la Hélade. Vivirá en bosques y monasterios, presenciará batallas y milagros, y finalmente se convertirá en Tewodros: el despiadado Emperador de Emperadores, soberano absoluto de Abisinia. Theodoros constituye un ejercicio de pura libertad creativa en una narración torrencial, libérrima, exuberante, la culminación de una obra absolutamente épica. Un terremoto literario. Una novela arrolladora que abarca desde lo realista hasta lo fantasmagórico.” Verdaderamente, para qué leerse un libro de seiscientas y pico páginas cuando es tanto más bello imaginárselo con su sinopsis.
Otra semana más que esto de las listas del año me ahorra tener que pensar una premisa original, qué placer, aunque así termine. La semana próxima igual escribo algo sobre Los años nuevos, ¿qué os parece? al filo de la actualidad. Recuerdo que puedo escribir cosas sobre cosas de forma remunerada si a alguien le interesa eh. Por otro lado, también recuerdo que estaré dando conciertos cerca de ti, sí, de ti, próximamente, échenle un ojo y actúen en consecuencia.
me has hecho poner mircea cărtărescu en el google translator